Sentir, pensar y actuar a favor de la justicia ecosocial
¿Te gustaba trepar a los árboles? ¿Todavía subes? ¿Y animarías a las niñas y niños de tu entorno a que lo hagan?
Estas son las preguntas con las que comienza el cuento Ez gara jaitsiko!, el material pedagógico-didáctico que hemos preparado para trabajar tanto el álbum ilustrado, como las canciones que lo acompañan, y que tiene como objetivo acercar a la infancia la campaña Somos Amazonía. De alguna manera la propuesta también está dirigida a personas adultas, ya que este material ha sido diseñado y soñado para disfrutarlo en familia.
Si queremos transformar(nos), es importante preguntarse y observar la realidad con sinceridad para evitar quedarnos en visiones teóricas, lejanas o idealizadas. Por esa razón, os proponemos, tanto a la “gente menuda”, como a las personas adultas que les acompañáis, comenzar un viaje a la Amazonía desde nuestra relación con el entorno cercano y la naturaleza. Ese es el punto de partida que queremos proponeros: diseminar el cuidado de la vida desde Irati hasta la Amazonía, desde la naturaleza y las personas, empezando por las más cercanas, sin olvidar a quienes están lejos. O lo que sería lo mismo, pero utilizando términos más académicos: queremos reconocernos ecodependientes e interdependientes y promover juntas y juntos una ética y una política centradas en estos enfoques.
El lugar de residencia, la experiencia anterior y otros elementos, como nuestro modelo de sociedad y nuestra cultura, influyen mucho en nuestra relación con la naturaleza. La sociedad occidental moderna ha establecido una división entre las personas y la naturaleza: por un lado está la sociedad, la civilización; y por otro la naturaleza, que se ve como un espacio peligroso y salvaje. Bajo esta perspectiva los seres humanos debemos controlar los recursos naturales y ponerlos a nuestro servicio. Como disponemos además de un sistema económico capitalista, consideramos la naturaleza como un bien económico, una mercancía, y nos lanzamos a su extracción y explotación masiva, generando problemas tan evidentes como la contaminación, la destrucción de varias regiones, y la emergencia climática, entre otros. En pocos siglos esta visión nos ha llevado a alcanzar los límites ecológicos de nuestro planeta.
Somos Amazonía, somos ecodependientes
Los pueblos indígenas de la Amazonia, por su parte, tienen una relación muy diferente con la naturaleza. Comprenden que sus cuerpos y su propia vida son dependientes de la naturaleza, por lo que tratan de actuar como aliados de ella. Una relación milenaria en la que se ha mantenido el equilibrio y se ha garantizado la sostenibilidad. A esto lo llamamos ecodependencia: reconocer la necesidad que tenemos de la naturaleza, ser conscientes de que las condiciones y límites de la naturaleza nos someten. Somos parte de la naturaleza y necesitamos la naturaleza y los daños que le infringimos también afectarán a nuestras vidas.
Estos principios de dominación, opresión y explotación no sólo se aplican en nuestra sociedad a la naturaleza, sino también a las relaciones que establece con diferentes personas y pueblos y que coinciden con el trato que históricamente se ha dado a las mujeres. No es casualidad que el segundo concepto al que nos hemos referido, la interdependencia, lo hayamos heredado del feminismo. Somos interdependientes porque necesitamos al resto de personas para sobrevivir. Sin cuidados no avanzaríamos, especialmente en momentos vulnerables de la vida, como la infancia, la enfermedad y la vejez, pero no solo: todos los días tenemos necesidad de interactuar con otras personas. El concepto de interdependencia también trata de romper el paradigma de que unas vidas están por encima de otras.