VI Encuentro de la Red de Jóvenes de ALBOANen Gazte Sarea: Aquí no sobra nadie
El pasado 4 y 5 de mayo tuvo lugar en Loyola el sexto encuentro de la Red de Jóvenes de ALBOANenGazte Sarea. Esta edición ha sido posible gracias a la coordinación con el programa Mugetatik Haratago, Más allá de las fronteras. Los y las jóvenes participantes han tenido la oportunidad de “ponerse en la piel” de las miles de personas migrantes forzosas y refugiadas que cada día se ven obligadas a dejar su hogar. Durante los dos días que ha durado la cita más 80 jóvenes de diversos grupos de País Vasco y Navarra han compartido un fin de semana lleno de emociones, sentimientos y reflexiones en los que la diversidad, las diferencias y la pluralidad han sido testigo de que AQUÍ NO SOBRA NADIE: SOMOS TIERRA DE ACOGIDA. Os compartimos ahora el testimonio de Lucía García integrante del equipo de "begirales", grupo educador y dinamizador de la red, y participante en el encuentro. “Quería comenzar así este que espero sea, el recuerdo del que fue un fantástico encuentro de aprendizaje, en el que tratamos precisamente este tema, la migración. Este año, los y las jóvenes de la Gazte Sarea de ALBOAN nos juntamos en un paraje sin parangón como lo es la basílica de Loyola, en Azpeitia. Desde allí comenzamos, el sábado por la mañana la experiencia Mugetatik haratago. Más allá de las fronteras, que nos dejó, como poco, una reflexión profunda sobre el tema de la migración y, en particular, sobre las personas migrantes, sus procesos y sus vivencias.
Lucía, a la derecha de la imagen, en una de las primeras fronteras que el grupo tuvo que sortear. Comenzamos esta experiencia saliendo del albergue, con las pocas cosas que teníamos a hombros, cada uno con su historia, cada una diferente a las demás. Hubo que atravesar fronteras, recorrer caminos, sufriendo injusticias, insultos, incertidumbre, sin saber lo que habría al otro lado. En un momento dado, llegamos a un campamento de refugiados, nuestro “sitio seguro”, el descanso, pero también de allí hubo que salir, sin miramientos ni quejas, todos en fila. Y todo esto, sufriendo el despecho del personal de fronteras, esperando llegar al final del camino, a la luz al final del túnel. Y, por fin, la valla que nos daría la libertad, el último obstáculo, la última piedra del camino, el último recodo. Pero no iba a ser tan fácil, detrás de esa valla nos esperaban más guardias, y más esperas, y más dudas, porque solo unas pocas personas recibirían la ansiada “tarjeta roja”.
Aunque a la mayoría todo esto nos parezca un juego, no lo es, ni mucho menos. En las reflexiones que se sucedieron durante todo el fin de semana pudimos ponernos en la piel de compañeros y compañeras para quienes esta experiencia no era sino el recuerdo vivo de una etapa de su vida. De ellos y ellas pudimos escuchar testimonios, a cada cual más duro, pero que, como con gran admiración recuerdo que me dijeron, esperaban que pudiera servir para un bien mayor, una concienciación para los y las jóvenes que nos reuníamos allí. Y ese era precisamente el objetivo, no quedarse de brazos cruzados frente a las injusticias que se cometen contra personas que, del mismo país o de otro, no quieren sino una segunda oportunidad en la vida, poder volver a empezar de cero”.
“No me llames extranjero. Mírame bien a los ojos mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo, y verás que soy persona!”
(*) Fotografías cortesía de Iñigo Icaza para Gazte Sarea.